“The Camera as a Mirror of the Soul”
How photography reveals what we feel more than what we see
There are photographs that seem to speak to us in silence.
They’re not perfect—nor do they try to be.
Sometimes they’re out of focus, crooked, or covered in shadows, yet within them lies something more truthful than in any technically flawless image: emotion.
Because when we take a photograph, we don’t just capture what’s in front of us — we also capture what lives within.
The camera, unintentionally, becomes a mirror of the soul.
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It happens to me often with Ileana, my muse.
When I’m explaining the concept of a collection, there’s something almost mystical that occurs — as she steps into the role of muse, she embodies and transmits exactly the emotion I’m trying to express.
Many times, without me having to explain in detail how I feel, she perceives it intuitively and reveals it through every photograph.
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The image reflects the tremors, the nostalgia, the small lights we sometimes try to hide.
Every frame is a confession.
Every shadow, a truth I sometimes can’t even articulate.
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I’ve learned that photography isn’t about mastering technique, but about listening to the moment.
To feel before seeing.
To let emotion guide the lens, not reason.
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There are days when my gaze trembles, and the image turns raw, fragmented, imperfect — yet honest.
And then I understand:
The camera doesn’t lie; it simply translates what we inhabit.
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True photography is born from the soul that holds it.
From the sensitivity that dares to see the world without filters.
From the courage to show what cannot always be said in words.
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We don’t photograph what we see.
We photograph what we are.
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I wanted to share this feeling — to express what lies behind the photographs I share.
Thank you for reading,
– Mariel
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“La cámara como espejo del alma”
por Mariel Méndez | MARALOVE
Cómo la fotografía revela lo que sentimos más que lo que vemos
Hay fotografías que parecen hablarnos en silencio.
No son perfectas, ni buscan serlo.
A veces están fuera de foco, torcidas o llenas de sombras,
pero en ellas hay algo más verdadero que en cualquier imagen técnicamente impecable: la emoción.
Porque cuando tomamos una fotografía,
no solo capturamos lo que está frente a nosotros —
sino también lo que llevamos dentro.
La cámara, sin quererlo, se convierte en un espejo del alma.
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Me pasa muy seguido con Ileana, mi musa.
Cuando le estoy explicando el tema de la colección, ocurre algo que me resulta inexplicable:
al tomar la posición de musa, encarna y transmite justamente la emoción que busco.
Incluso, muchas veces, sin darle tanto detalle de cómo me siento,
ella lo percibe y muestra, en cada fotografía, lo que quiero expresar.
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Refleja los temblores, las nostalgias,
las pequeñas luces que a veces intentamos esconder.
Cada encuadre es una confesión.
Cada sombra, una verdad que a veces incluso no puedo comunicar.
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He aprendido que una fotografía no se trata de dominar la técnica,
sino de escuchar el momento.
De sentir antes de ver.
De dejar que la emoción guíe el lente, no la razón.
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Hay días en los que la mirada tiembla,
y la imagen se vuelve cruda, fragmentada, imperfecta —pero honesta.
Y entonces entiendo:
La cámara no miente, solo traduce lo que habitamos.
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La verdadera fotografía nace del alma que la sostiene.
De la sensibilidad que se atreve a ver el mundo sin filtros.
De la valentía de mostrar lo que no siempre se puede decir con palabras.
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No fotografiamos lo que vemos.
Fotografiamos lo que somos.
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Quise compartir este sentir
porque me pareció importante comunicar
lo que hay detrás de las fotografías que comparto.
Gracias por leerme,
– Mariel
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